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Las tortillas de verde de doña Dolores

  • Ingrid Tene
  • 20 feb 2019
  • 2 Min. de lectura

Es uno de los alimentos más apetecidos a cualquier hora del día. Entre Luque y 6 de Marzo, en el centro de la ciudad se encuentra el local “Las tortillas de doña Dolores”, quien es visitado por clientes fijos y personas que transitan por el lugar y desean probar el alimento.

Este negocio fue emprendido por doña Dolores Campoverde, hace 10 años, luego de la muerte de su esposo. Ante la necesidad de un empleo y una mejor calidad de vida para ella y sus hijos, decidió vender tortillas de verde en las calles de la ciudad, hasta establecerse luego en el local que permanece hasta hoy.

“Decidí vender desde un inicio las tortillas de verde, papa y yuca como desayuno, aunque ya después extendí las horas hasta la noche. Además el cliente se puede servir con café, chocolate o cola, según su gusto. Me interesa que se vaya satisfecho para que regrese”, manifiesta doña Dolores.

Su carisma, paciencia y arduo trabajo han sido los factores para que ella se mantenga en el negocio, pues gracias a ello logró que sus hijos terminen los estudios secundarios.

María Andrade es cliente desde hace cinco años le compra el producto a doña Dolores. “Fue por casualidad que llegue al local, estaba con mi esposo y decidimos entrar a comer una tortilla de yuca. Desde ese momento he venido sola o con mi familia”.

Con el transcurso de los años, la emprendedora quiso ampliar su negocio y decidió vender colas a todo precio, para que así el cliente a más del café tenga más alternativas al momento de degustar el alimento.

Ana Lara llega junto a sus sobrinas a probar el alimento, del que ha escuchado mucho en su tierra, ella es de Huigra, provincia de Chimborazo. “Estábamos en el Malecón 2000, cuando decidimos comer algo: no sabíamos si escoger la tortilla de verde o comprar humitas en la calle, hasta que decidimos probar la tortilla porque cruzábamos cerca del negocio”, indica entusiasmada .


Para la propietaria las ventas han disminuido en comparación a los otros años. “La crisis económica que atraviesa el país nos afecta a todos, uno con esto se mantiene, y si es preocupante cuando en toda la mañana no se vende. Gracias a Dios al terminar el día he vendido las tortillas, porque me quedo hasta las nueve de la noche”.

Dentro del mismo local se encuentra Pedro Hernández, ayudante del negocio, quien asegura sentirse cómodo en su trabajo, que lo desempeña desde marzo del año pasado.

Ante las dificultades que se le han presentado, ella ha decidido mantenerse firme y con una sonrisa continuar por más años en su negocio. Detrás de cada emprendedor hay una historia distinta, pero con un mismo objetivo: no quedarse con los brazos cruzados y decidir ganarse la vida con su propio esfuerzo.


 
 
 

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